Cartas a Mis Caprichos - Carta V - El Lago de las Almas


CARTAS A MIS CAPRICHOS

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Carta Quinta

V- EL LAGO DE LAS ALMAS
Cartas a mis Caprichos - Cuarta
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Estimadas Caprichos:



Espero que os sea grato, recibir nuevamente de mi, en otra de mis cartas. Deseo que os envuelva la sensación de que no es tan solo una Carta, que esta la vivais como bastante mas que un sueño,como mucho más que un simple paseo y os lleve a soñar, con toda vuestra alma al viento, la mas pura esencia de un paseo hasta lo mas profundo del corazón tanto mio como del vuestro. Tan solo eso espero con esta la quinta de mis cartas,tan solo, poder juntos acariciar las nubes con las yemas de nuestros dedos y de la mano caminar, como uno, sobre la magia de sus aguas. Ruego pues os toméis de vuestra manos y ofrezcáis las vuestras también a la flor ghiocel que las mías, estarán escondidas tras los pasos de mis palabras para guiaros en este viaje hasta El Lago de Las Almas...

Partía ya de los Montes de la ghiocel y me despedí del pastor, con la insatisfacción deno comprender porque no había podido antes imagina como, entre tanta oscuridad, podía existir algo tan puro tan y bello, como aquella flor. Me reproché no haber sido capaz de haberlo sentido ni imaginado antes de iniciar el viaje al Monte Ghiocel. Y ante todo me preguntaba, una y otra vez, como había podido, habiéndola tenido frente a mi, tras tan larga búsqueda, tan solo quedarme contemplándola sin saber decirle nada que tan siquiera, la hiciera sonreír, ¿Porqué ni siquiera acerté a acercarme a ella para poder escuchar el más leve sonido de su voz?... Aquella idea no dejaba de girar en mi y una vez dejé atrás aquellos montes, empecé a reflexionar sobre como de misteriosa y a la vez mágica puede ser la vida, como avanza en nuestras vidas siempre envuelta con invisibles espinas, trampas y laberintos, caídas y desasosiegos que nos van dañando a su paso nuestras almas, un camino siempre desconocido, por el que todos cruzamos, a veces a la carrera o bien en madura y serena calma. A veces solos y a veces rodeados de gentes y cosas pero completamente vacíos. Y sin duda cuando mas la disfrutamos sea, cogidos de las manos juntos a nuestros seres mas queridos... Caminan por ella, mortales y entes mágicos, caminan dioses y seres inhumanos, pero todos caminamos de igual manera... Ignorantes del camino que espera a nuestro paso.

Todo eso me hizo pensar sobre la necesidad de volver al lugar donde había aprendido y sanado todo daño, aquella vez, en mi corazón de trapo. Quizás esta vez, sin haberlo percibido, algunas heridas habían vuelto a abrirse o no debieron haberse cerrado del todo nunca, quizás tan solo se hubieran abierto otras de totalmente desconocidas. Quizás fue haber osado a salir del Bosque Ocre tomando un desconocido camino había abierto nuevas heridas, quizás debía continuar en él y no dar por acabado mi vieja, quizás para reverdecer mi corazón, regresar para descubrir allí nuevos remedios de nuevas sabidurías o remendar mi corazón con nuevos zurcidos de nuevos bellos cabellos... Decidí que debía volver al Lago de las Almas.

Sin duda, debía llegar cuanto antes, algo mejor me esperaba, algo más bello y más rico sin duda, mas dorados en mi mirada, mas destellos plateados reflejados en mi alma... Más sabores y esencias, con las que alimentar y engrandecer algo más mi humilde Corazón de trapo. Me sumí en mis pensamientos, monte abajo, entre nieblas y senderos, tormentas y colinas, desfiladeros... Bosques de intenso olor a musgo, ríos y canteras , lluvias y arco iris, riberas y valles, aguaceros, mesetas , llanos, claros... Margaritas, tomillo, iris , hierbabuena, jazmín, moras y madreselva... Mañanas soleadas entre los campos, con el olor y el color de la primavera, llegué a resolver mi cual debía ser mi nueva parada. Siempre con mas corazón que fuerzas, tan deprisa como pude corrí a alcanzar el alto en una colina. Desde lo alto de un cerro justo al norte alcancé ver a los robles y encinas que señalan la entrada al Bosque Ocre. Un roble y una encina custodiando como siempre su paso. La encina, bellísima, siempre llena de vida, aún deshabitada, el roble de firme nobleza arraigado en aquella tierra con gran fortaleza es donde desde entonces establecí mi morada, mi Noble Roble... Mi hogar. Perola necesidad que me empujaba a volver de nuevo al lugar donde mis Caprichos me encontrasteis, a re andar sobre mi destino, en donde mi cuerpo, mi alma y mi corazón sanasteis, sentí la necesidad de poder de nuevo beber de sus aguas, de volver a contemplar sus parajes, de disfrutar, una vez más, sumergiéndome en él para alcanzar mi calma... Pronto volvería a casa, pero antes debería seguir el deseo de Azar y mis sentidos. Giré pues, mi mirada al oeste, descubriendo como largas colas de peregrinos se unían a un viaje del cual nunca podrían olvidarse, en un claro a lo lejos, la entrada a su sendero...


El sendero del Lago de las Almas.


Decidido a seguir a aquellas gentes, descendí del cerro avanzado tan deprisa como me fue posible y así poder alcanzar aquellas columnas de gentes que con tanto deseo avanzaban para poder mezclarme entre ellas como uno de ellos mas. Cubrí mi cabeza con mi capa antes de mezclarme entre ellos y como uno mas de ellos, me uní en su peregrinaje, recorriendo junto a ellos todos aquellos parajes, observándoles sus pasos y sus gestos. Arboles, helechos, flores , frutos y plantas, junto a los pequeños habitantes del sendero, nos contemplaban desde sus lechos con admiración a cada uno de nosotros, pequeños animales se paseaban junto a nosotros para observar mas de cerca nuestros atavíos, las mariposas revoloteaban alrededor para disfrutar de nuestro silencio. Matojos y matorrales llenos del olor y el color de flores y frutos nuevos, fragancias de paz y vida, perfumes de luz y armonías, perfilados con brillos de pureza. Bosques de verdes radiantes se inclinaban ante nosotros, colores y danzas de sus animales volaban cerca de nosotros, impregnando de esperanza los ojos de cuantos viajeros.

De repente, todo se paró y todos pararon juntos al cruzar ante la puerta que hace nacer el claro del sendero, el silencio se torno intenso, llenando todo lo que se sentía vació, sin viento, ni tan solo una tímida brisa, sin trinos, sin ramas golpeadas... Una inmensa luz invadía del plateado reflejo que dejaba caer el sol sobre sus aguas. Cientos y miles de seres, empezaron a avanzar hacía el en silencio, andando primero y acercándose mas tarde rodearon las laderas del majestuoso lago, luego se sentaban a sus veras, al tiempo, se refrescaban con sus aguas para, por fin sumergirse en ellas... Sanando así sus heridas, devolviendo a su vida la calma, en El Lago de Las Almas.

Yo preferí permanecer a parte, durante un rato, observando toda aquella belleza, al rato al alzar mis ojos, descubrí que una majestuosa presencia de inmensa belleza se alzaba desde un alto observando, como yo, toda aquella preciosa imagen, tan bello espectáculo, antes que pudiera hacer yo como los peregrinos hacían y alcanzar a acercarme, la Bella Presencia llegó hasta mi costado y en sereno tono junto a mi oído hizo sonar su voz para decirme estas palabras:

- ¿De nuevo aquí mi duende? - Reconocí su voz como ella había reconocido mi imagen.
- De nuevo aquí mi Reina. - ¿ De nuevo a qué, mi Duende ? - Volvió a decir. - De nuevo a sanar y aprender como.- Le contesté.
- El como lo conocéis, mi Duende, tan solo hay que recordarlo. - Sanar, sanareis solo, no en vano portáis vuestro Corazón de Trapo. - No pensé que aquí volvería a encontraros, mi Reina. - Siempre que volváis, mi Duende, seré yo quien os este esperando. Pero sabed que aunque así lo creáis, ya no os será necesario, volver junto a la orilla del Lago de Las Almas. - Aún así quizás necesite volver. - Volved cuando queráis y a poder volved con ella. No habrá nada que sanar, ni aprender, pero me será bello conocerla.
- Así lo haré. - Asentí. - Así os lo deseo Duende. Ahora debéis marchar a casa y esperarla mirando al mar desde los acantilados que atalayan el paisaje de vuestros bosques de robles. Cada primavera asomaros a intentar alcanzar la vista para poder de nuevo volver a verla nacer desde la orilla. Si no la veis la alcanzareis. Si no la tenéis la sentiréis. Si no le habláis, la soñareis. Ese debe ser vuestro sueño: Vuestra flor nacida entre matorrales del bosque, dulce como los frutos que nacen de vuestros bosques, brisa llegada de vuestro mar, perfumada con ginesta, musgo y sal, así será vuestra: Ghiocel. Ahora disculpadme, debo volver a mi retiro. - Volved pues y gracias de nuevo Majestad. - Le contesté mientras se alejaba de mi.

La presencia volvió atrás recogiéndose en el alto, yo observé de nuevo como las gentes, paseaban, bebían y finalmente se sumergían en paz, bajo las aguas del Lago de las Almas y girando la mirada pero no mi pensamiento, decidí volver a casa, a mi Bosque Ocre, a mi morada, a mi... Noble Roble.



...a la semilla de la flor de la Ghiocel




Sorin Mircea Ciccerone
el duende alado color esperanza